La flaca un día en la ruta lo vio, al buen Dario que nunca paró, con su moto y su sonrisa viajera, cruzando montañas y polvareda. “¡Ven conmigo!”, le dijo encantada, mas él siguió, ¡la dejó plantada! Compartir Navegación de entradas « Publicacion anteriorMision 1Publicacion siguienteCasas grandes »