en 1822 Lucas Alamán solicitó al entonces emperador Agustín de Iturbide establecer un Conservatorio de Antigüedades y un Gabinete de Historia Natural en los salones de la Real y Pontificia Universidad de México. Ambos se conjuntaron y para 1825 se convirtieron en el Museo Nacional Mexicano, cuyo primer conservador fue el presbítero Isidro Ignacio de Icaza. Puede considerarse a este recinto como el primer museo de México, establecido para “reunir y conservar cuanto pudiera para dar el más exacto conocimiento del país, de sus orígenes y de los progresos de la ciencia y de las artes”.





